Cuando otra persona, mucho más si es un extraño, cruza tus límites y te habla, inmediatamente tienes la sensación de que te han invadido. De forma instintiva retrocedes para crear una distancia más segura.
¿Por qué? Porque cada vez que traspasan esos límites imaginarios, tu cuerpo de energía siente la fuerza invasora y te alerta produciéndote un estado de incomodidad. Si alguien permanece en tu cuerpo de energía durante un largo período de tiempo, su energía podría afectar a todo tú ser: te sientes mal si no sintonizas con esa persona y te animas si resuena a una vibración de energía superior a la tuya.
Cuando los pensamientos y emociones de los demás afectan a tu campo de energía mental se produce uno de estos dos resultados: o tu campo de energía aumenta, como se dice que ocurría cuando Buda y Jesús entraban en una aldea y su sola presencia elevaba la conciencia de los que les rodeaban, o tu campo de energía disminuye y, en consecuencia, queda debilitado. La manera de pensar de los demás y su forma de irradiar su energía del pensamiento pueden afectarte. Y lo contrario también es cierto: En este universo interconectado, cada mejora que efectuamos en nuestro mundo interior mejora el mundo en general para todos.
Pero no sólo las personas influyen en tus campos de energía. Los ruidos, la calidad del aire y la pureza de los alimentos también les afectan. Es posible que no te des cuenta, pero tú también tienes un importante papel a la hora de mantener tus campos de energía limpios y sin contaminar y también puedes tener un efecto purificador en el campo de energía de los que te rodean. Por esta razón debemos ser conscientes de lo que dejamos entrar en nuestros campos de energía. Eres quien decide lo que sucede en tus interacciones, como, cuando, donde y con quien, eres dueño de tu espacio personal, y recuerda “como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”.
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