¿Qué es lo que hace que pasemos de amar desesperadamente a aborrecer a la pareja? Es posible que la principal razón que se te ocurra sea el tiempo y que éste vaya seguido de la rutina pero realmente ni uno ni otra tienen mucho que ver a la hora de que se rompa una pareja.
Todos hemos tenido alguna ruptura amorosa en nuestra vida y sabemos lo mal que se pasa, el sentimiento de decepción y de tristeza que nos invade, aunque sepamos que hemos hecho todo lo posible para que la relación funcione y sigamos queriendo a la otra persona.
Si bien es cierto que el paso de los años implica que las parejas pueden llegar a acomodarse o que la rutina se puede llegar a convertir en aburrimiento, la realidad es que estos factores de por sí pueden hacer que una pareja se una aún más. ¿Por qué se rompe una pareja entonces?
Tendemos a resaltar los aspectos negativos de nuestra pareja, especialmente en las relaciones de larga duración.
Algunos motivos por los que las parejas se separan
Objetivos distintos en la relación: En un pasado nunca se tenía en cuenta este punto debido a que la mujer se subordinaba tanto laboral como personalmente al hombre. En la actualidad esto ha cambiado y tanto mujeres como hombres buscan la autorrealización a través del trabajo, la familia y el ocio. Es un motivo de separación que uno de los miembros quiera tener hijos y otro no, o que ambos estén inmersos en sus carreras profesionales y no tengan tiempo para la pareja. Las relaciones son muy complejas pero hay algo que está claro, si la persona no está a gusto consigo misma y con su posición en el mundo, difícilmente va a poder estar bien con una pareja.
Tener un estilo de vida poco saludable: Aunque resulte sorprendente el aspecto físico y los hábitos poco saludables se han llevado por delante más relaciones que cualquier otro factor. A pesar de que hay numerosos estudios en los que se ha comprobado que estar en pareja “engorda” (en parte porque se tiende a compartir el gusto por la comida y se come más), lo cierto es que a la larga esta situación no beneficia en absoluto a los miembros de una relación. En cierto modo, mantenerse en forma y cuidarse es una manera de demostrar al otro que nos sigue ilusionando como el primer día. Tanto en el caso de mujeres como en hombres, nos gusta que nuestra pareja se cuide, que haga ejercicio y que no tenga malos hábitos.
La confusión entre el amor y el apego: Amar a otra persona no supone retenerla a toda costa, poseerla, controlarla, depender de ella. Cuando queremos demostrar el amor que sentimos hacia nuestra pareja debemos hacerlo desde el respeto, la independencia y la lealtad. No debemos confundir el amor con el apego emocional, puesto que de lo contrario, estaríamos creando una relación tóxica en la que el amor no existe.
Incompatibilidad de caracteres: No son las únicas características que definen una ruptura de manera firme sino que también se debe prestar atención a las críticas. Las críticas son un indicador muy fiable de que algo está mal en la relación, especialmente cuando se dicen en cualquier circunstancia, frente a terceros. El desprecio es otra de las claves que indican que la pareja se está desestructurando. Cuando se desprecia a la pareja es muy probable que el vínculo ya esté completamente roto. El retrasar o impedir, es ese comportamiento pasivo agresivo que también proviene del desprecio.
La falta de aceptación de nosotros mismos: Hazte esta pregunta: ¿Si no te quieres a ti mismo, cómo te va a querer otra persona? El amor debe comenzar por nosotros mismos, por aceptarnos tal y como somos, por conocer nuestros defectos y nuestras virtudes.
Una olla a presión a punto de estallar: el problema es la comunicación.
Motivos por los que rompe una pareja
A todos los motivos anteriores se une uno que es transversal y que consiste simple y llanamente en acumular emociones negativas con respecto al otro. Esta suerte de olla a presión se convierte en un verdadero problema que cualquier chispa puede encender. Es habitual que nos hayan enseñado a tolerar más que a comunicar. El resultado es que la parte que quiere hablar y comunicarse se reprima y que la parte de la pareja que prefiere no hablar las cosas se encuentre en un estado constante de inmovilismo.
Puede haber amor, pero si no hay confianza, comunicación, autoestima y una correcta gestión del miedo, la relación terminará antes o después.
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