Todos quieren ser amados, y poder amar. Pero entonces ¿por qué todo el mundo tiene miedo del amor? ¿Por qué temerle al amor? Cuando en verdad lo único que debemos temer es no poder sentir amor. Incluso las personas enamoradas se mantienen distantes, se pelean, y se escudan en su pasado o en las experiencias ajenas por temor a salir heridas o lastimadas. Jamás se entregan, ni se dan de tal modo que puedan hacerse uno solo, porque hacerse uno con el otro significa perderse a uno mismo, dejar de poseernos, para tener que compartirnos con alguien más, dejar de ser yo para convertirme en nosotros.
Ese miedo, ese temor no te dejara disfrutar de la experiencia del amor. A menos que tu amor sea tan grande que puedas entregarte a la experiencia y al otro, tu amor seguirá siendo pobre e incompleto y seguirás dividido entre el amor y el temor.
¿Qué tienes que perder? ¿Por qué tener miedo? No tienes nada que perder, solo es el temor a fracasar, de salir lastimado, de que no funcione. ¿Y? y si hay mucho que ganar, que disfrutar, que percibir, que reír, que llorar, que celar, que gritar, que murmurar, porque eso es el amor, la interacción plena de dos seres que se funden entre sí para compartir la vida, el tiempo que toque, sin expectativas, solo en este instante.
“Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor”, y la Madre Teresa de Calcuta también expreso: “Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”.
Amar es el mayor reto de nuestras vidas, y también es algo que no si no es reciproco, no nos debe enojar, frustrar, porque el amor dado desde el corazón es el mejor amor que podemos dar al prójimo.
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